Lo que habías olvidado de la Iglesia de Santa Catalina
La Semana Santa está a la vuelta de la esquina y por eso, os traemos una de las iglesias con más historia de la ciudad, también sede de una de nuestras hermandades. Se trata de la iglesia de Santa Catalina, situada en la calle Alhóndiga, en pleno centro de la ciudad.
Esta iglesia es un templo de estilo gótico-mudéjar construido en el siglo XIV. Fue declarada Monumento Nacional en 1912. Aunque parezca una más de las miles de iglesias que se encuentran por toda Sevilla, este templo esconde muchas curiosidades detrás. En este post, os traemos algunas de ellas:
Cierre un tanto prolongado. En primer lugar, quizás lo más impactante de esta iglesia es que ha estado cerrada ¡durante 14 años! Desde 2004 a 2018 fue sometida a varios trabajos de restauración y remodelación, por lo que se procedió a su cierre hasta que estos estuvieron acabados. Se reabrió el 25 de noviembre de 2018, día de la festividad que le da nombre al templo. Actualmente está abierta al público y ofrece misas en su horario habitual.
Erigida sobre una mezquita. Cuando Fernando III llega a la ciudad de Sevilla convierte todas las mezquitas en iglesias. Por los restos arqueológicos encontrados recientemente cabe pensar que la iglesia está construida sobre una mezquita anterior.
Aunque la torre campanario de la iglesia ha sido identificada como el antiguo alminar de la mezquita por numerosos historiadores, los recientes estudios descartan completamente esta teoría. Esta torre pertenece al período mudéjar, es decir, fue construida por los musulmanes que permanecieron en la península tras la reconquista cristiana.
Numerosos estilos arquitectónicos. Pero es que no solo contiene restos de época musulmana, sino que presenta diversos estilos. La excavación arqueológica realizada durante su restauración reveló grandes sorpresas. Se hallaron vestigios de la época romana, un cementerio visigodo o una especie de oratorio del período islámico. También se aprecian restos de la primera iglesia mudéjar de 1248 y de la reconstrucción tras el terremoto. Todos estos hallazgos se pueden ver en la cripta del templo.
Como hemos mencionado antes, esta iglesia pertenece principalmente al estilo gótico-mudéjar de Sevilla. Aunque se cree que fue construida en el siglo XII o XIV, tras el terremoto de 1356 se tuvo que construir un nuevo templo. A lo largo de los años ha sido sometida a varios reformas y remodelaciones arquitectónicas. De ahí, toda esta mezcla de estilos. Desde el exterior, se pueden observar claramente las diferentes etapas constructivas.
Una gran colección de arte en su interior. El templo también acoge en su interior una selección del arte Barroco sevillano con pinturas y esculturas de grandes artistas como Pedro Duque Cornejo, Luisa Roldán o Domingo Martínez. El diseño de la Capilla Sacramental por parte de Leonardo Figueroa es uno de lo más impresionantes. Se dice que es el culmen del barroco en Sevilla, la misma representación del ‘horror vacui’.
Advocación: El templo está dedicado a Santa Catalina de Alejandría. Fue una santa romana del siglo IV, reina virgen y mártir. Es invocada para evitar la muerte súbita. Su culto se difundió rápidamente por toda Europa en el siglo XII y se convirtió en patrona de los barberos y de los Dominicos.
La muerte a sus pies: El primer cementerio extramuros de la ciudad se construyó en el siglo XIX, por lo hasta entonces los menos pudientes eran enterrados en los cementerios parroquiales repartidos por la ciudad. Alrededor de esta iglesia también había un cementerio. Actualmente hay una cruz de forja en el lugar que lo conmemora.
Los enterramientos de los ricos enriquecen el patrimonio. Precisamente los ricos pagaban para que su tumba se levantara en el interior de una iglesia. Gracias a esto, gozamos de la espectacular capilla mudéjar con la que cuenta el templo. La familia de los Torquemada adquirió este espacio para enterrar a sus familiares, encargando algunas obras artísticas que la enriquecieron hasta convertirla en una auténtica belleza arquitectónica.
La puerta no es la original: ¿Sabías que la actual portada de la fachada principal de la iglesia de Santa Catalina no es la original? De hecho, no lleva ni 100 años allí. La portada gótica fue restaurada y trasladada durante las obras de restauración de los años 20 desde la cercana iglesia de Santa Lucía, cerrada al culto desde 1868. La portada mudéjar original se quedó en el vestíbulo interior.
Clave en la Semana Santa: Si pensamos en una de las imágenes más impresionantes de la Semana Santa sevillana, sin duda nos viene a la mente la hermandad de la Exaltación saliendo por la estrecha puerta trasera del templo.
Casi desaparición: Por último, cabe destacar que la iglesia de Santa Catalina estuvo a punto de desaparecer ya que a finales del siglo XIX se planeó hacer una gran vía que uniera Puerta Osario con la Campana. La iglesia quedaba fuera de los planes urbanísticos de la ciudad.
Afortunadamente, esta idea no se llevó a cabo y hoy podemos seguir disfrutando de esta maravilla del Barroco. Aunque quizás haya caído en el olvido debido a tantos años cerrada, hoy queremos animaros a que la visitéis. ¡No os defraudará!
Información obtenida de Visitar Sevilla, Conoce mi cuidad, Diario de Sevilla, Adrián Yánez y Siempre Adelante.
Fotos obtenidas de Siempre Adelante, Guiarte Sevilla, Europa Press y ABC de Sevilla.
Lo que habías olvidado de la Iglesia de Santa Catalina
Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.
Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.