Hace tiempo que queríamos escribir un post haciendo una pequeña lista de las plazas más bonitas de Sevilla, pero después de pensarlo brevemente hemos decidido que va a ser de las plazas de Sevilla más significativas para nosotros. Mucho se ha leído ya sobre la Plaza de España, la placita de Santa Marta o la de Santa Cruz. Hoy os vamos a hablar de plazas menos conocidas pero que tienen un encanto especial, esas que para algunos sevillanos tienen un significado oculto y que sin duda merece la pena conocer, ahí va:

Los niños judíos juegan con la típica peonza llamada dreidel, además reciben dinero de los adultos, que deben gastar en obras de caridad, y las familias unidas celebran el milagro, comiendo platos típicos fritos en aceite e intercambiándose regalos, cantando y recitando bellas oraciones.

Aunque la mayoría de judíos se encuentran hoy día entre Israel y Estados Unidos en algunas grandes ciudades del mundo como Berlín, Londres, Nueva York o Madrid se hacen algunos de estos ritos (como el encendido de un gran menorá) en las calles y también se celebran conciertos y espectáculos para conmemorar Jánuca.

Plaza de San Lorenzo
No nos vamos a engañar, para casi cualquier sevillano que conozca bien el centro, guste de la buena comida o de la Semana Santa esta plaza es bien conocida. Sin embargo, habiendo vivido en ella toda mi vida me ha sorprendido la enorme cantidad de gente que cuando se la nombras se queda pensando en qué plaza es. Pues bien, ésta es para mí la más bonita de la ciudad. Aunque bien es cierto que habla la nostalgia en este caso: aquí di mis primeros pasos; fue donde aprendí a montar en bici, antaño cuando no había tanto tráfico y las niñas podíamos campar a nuestras anchas: jugar a la pelota, a la comba o al escondite… Así que le guardo un recuerdo muy especial. Pasaros si todavía no la conocéis bien, sentaros en alguno de sus bancos, entrad en la basílica del Gran Poder y en la Parroquia de San Lorenzo y disfrutad del ambiente los viernes por la mañana.

Plaza de la Escuela de Cristo.
En pleno barrio de Santa Cruz. Indicaciones: si en la calle Ximénez de Enciso más o menos a la mitad cogéis un pequeño callejón (llamado Carlos Alonso Chaparro) llegaréis a la plaza Escuela de Cristo. Sabed que la plaza es privada y tiene un puerta, por lo que por las tardes-noches suele estar cerrada. Pero si tenéis la suerte de encontrarla abierta os fascinará: es como viajar en el tiempo, no hay ruido, la luz se escapa entre las ramas de los naranjos, las palomas posan a sus anchas…es sin duda uno de los secretos mejor escondidos de Sevilla.

La plaza de Santa Isabel
Y aquí otra de esas placitas escondidas que pocos sevillanos conocen y que tiene un encanto particular. Con la maravillosa fachada del convento y la fuente «coronando» la plaza suele ser un lugar tranquilo y apacible, ideal para irse a leer o descansar tras nuestra ruta Joyas Escondidas que discurre por esta zona y es que… realmente la Plaza de Santa Isabel es una joya escondida.

Calle/Plaza Lucero
Y lo ponemos así porque aunque es y claramente tiene la estructura de una plaza, este espacio no está catalogado como tal sino como calle. Justo enfrente de la sí llamada Plaza de José Luis Vila en la Calle San Blas. Siempre he dicho que uno de los sitios ideales para vivir en el centro es en esta calle del Lucero, tranquila pero al lado de la calle Feria y preciosa con todos sus limoneros y con este empedrado tan típico de nuestra ciudad.

Plaza del mercado de la calle Feria
Alrededor del mercado de la calle Feria hay un par de plazas, todas son fantásticas y realmente auténticas si quieres sentirte como un local o vivir la ciudad más antigua. Ya sea para pasear y ver cómo es la gente del barrio, para comprar algo en el mercado (que cada vez ofrece más variedad) o para tomar una tapa de croquetas o pescaíto frito sin duda estas plazas son las tuyas. Los fines de semana estarán a rebosar de gente disfrutando la cerveza al solito, pero entre semana podrás degustar las comidas de la tierra mucho más tranquila.

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.