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Luisa Roldán "La Roldana"

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Ya sabéis que una de nuestras pasiones es hablar de mujeres. De artistas o artesanas, de «brujas» y curanderas, de víctimas y poderosas, de conocidas y anónimas. Obviamente no podíamos dejar de hablar de la más insigne artista sevillana, Luisa Roldán, también conocida como La Roldana, que nació en Sevilla en 1662, hija del maestro Pedro Roldán y en cuyo taller se formó hasta alcanzar la maestría del padre, siendo probablemente la mejor de entre todos los aprendices y trabajadores del taller.

Como la de la mayoría de mujeres en su época, su vida no fue fácil. No sólo porque trabajara y fuera artista en pleno siglo XVII siendo mujer, lo cual era una verdadera rareza, y además estuviera peor pagada que sus colegas por trabajos superiores, sino porque su vida sentimental estuvo llena de sinsabores. Se casó a los 19 años con otro aprendiz de escultor sin recibir el consentimiento de su padre, que no veía con buenos ojos esta relación.

En 1684, mientras vivían en Cádiz, realizó el Ecce Homo de la Catedral, una obra maestra de imaginería barroca. Pasado un tiempo, la familia se muda a Madrid, donde llegará a ser nombrada escultora de Cámara en la Corte Real de Carlos II y Felipe V.

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El matrimonio tuvo siete hijos, aunque cuatro de ellos murieron a edad temprana. Pese a su enorme talento, Luisa Roldán pasó los últimos años de su vida enferma y pobre, habiendo sufrido una mala relación con su marido, una difícil vida profesional llena de dificultades y envidias por su condición de mujer, y la pena por la muerte de sus hijos.

Todo ello, sin duda, se ve reflejado en su obra. Luisa supo cómo nadie plasmar las angustias, el llanto o el sufrimiento, en obras como el mencionado Ecce Homo, en sus Dolorosas y Nazarenos, pero también la ternura infantil, la alegría de los padres mirando a sus pequeños reír o dar sus primeros pasos, como en sus imágenes de San José o San Antonio con el Niño, Las Vírgenes de la Leche y todas sus Sagradas Familias, obras en terracota de tamaño académico, en las que podemos ver a niños rollizos y sonrientes interactuando con los personajes adultos. Son escenas en las que se resume la felicidad paternal, la alegría de la infancia, la intimidad de la lactancia… casi puedes oir las risas y los piropos al mirarlas atentamente. Y sí, están llenas de sensibilidad femenina y éste es un enorme aporte de Luisa a su obra, además de su talento innato, y lo que la hace ÚNICA.

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Luisa Roldán «La Roldana»

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.