La tradición termal en España y sus históricos Spas
Desde la antigüedad, el aprovechamiento del agua termal para curar toda clase de enfermedades y dolencias ha sido constante. Grecia convirtió los baños en el mar, el río, el lago o incluso la alberca en una sofisticada técnica que requería edificios especiales. Sin embargo, fue Roma con su ingeniería la que dio forma a estas instalaciones en su versión más completa y definitiva, que legó con variantes a todas las culturas próximas o a aquellas que la sustituyeron.
Las originarias termas pasaron a convertirse en caldas, mientras que para la civilización islámica fueron hamman y alhamas. Términos, todos ellos, que se han mantenido en nuestro país por encima del tiempo y el espacio.
Además el subsuelo español es rico en bolsas acuíferas ligeramente relacionadas con las energías geotérmicas, lo que da lugar a emanaciones de aguas cargadas de componentes minerales que, debidamente aplicadas, ayudan a curar enfermedades, dolencias, incluso restablecimiento o recuperación anímica y motora del organismo.
Pero sólo gracias a los viajeros del romanticismo durante los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX pudimos redescubrir este patrimonio natural y cultural de nuestras aguas minero-medicinales, de unos establecimientos balnearios cuya tradición arranca, en muchos casos, en la antigüedad.
Monasterio Valbuena. San Bernardo, Valladolid: Fue construido para los monjes benedictinos llegados de Francia en el siglo XII. Un milenio después tras varias exclaustraciones, el coto monacal se abre enteramente al espacio mundano del balneario turístico con unas instalaciones gracias a un acuífero mineromedicinal que discurre a 386 metros de profundidad, del Manantial de San Bernardo. Cuyos monjes cistercienses usaban sus aguas para regar los viñedos que hoy forman parte de la D.O. Ribera del Duero.
Balneario de Lanjarón. Lanjarón, Granada: Fueron los mozárabes los primeros en disfrutar de las aguas cristalinas y los que dieron el nombre de Lanjarón a este privilegiado oasis. La historia de las aguas de Lanjarón se remonta a finales del siglo XVIII, exactamente en el año 1760, en el que se puede datar el descubrimiento de las propiedades saludables de las aguas por parte de los médicos. Existe una leyenda popular que cuenta que, por el año 1774, un enfermo desahuciado bebió de estas aguas y sanó. Desde entonces la popularidad de estos manantiales fue creciendo cada vez más por la variedad y riqueza minerales. Será en el siglo XIX que la fama del establecimiento se extenderá y que sus manantiales se explotarán de forma terapéutica y continuada.
Complejo Termal Balneario de la Virgen. Jaraba, Zaragoza: El balneario de La Virgen está en el fondo de un cañón, al inicio del espacio protegido de las Hoces del río de Mesa. El centro se halla en un impresionante lugar rodeado de belleza natural, en el fondo del cañón y flanqueado por dos cortados naturales de 90 y 100 metros de altura, a diecisiete kilómetros del Monasterio de Piedra. Las propiedades de sus aguas eran ya conocidas en tiempos de los romanos. Brotan a 30-34 grados y están especialmente indicadas en tratamientos contra la diabetes, enfermedades hepáticas, reúma, artritis, gota o estrés. Destaca su espectacular estanque termal.
Balneario de Alange. Badajoz, Extremadura: Las primeras construcciones del balneario tienen origen romano. Existe una inscripción en la que el patricio Licinio Sereniano dedica el balneario a Juno en agradecimiento por la salud de su hija, por tanto esto indica que el balneario ya existía en el siglo III D.C. De la construcción romana original se conservan dos termas circulares techadas en cúpula declaradas Monumento Nacional, aunque algunos estudios sugieren que en el primitivo balneario romano las termas se completaban con piscinas calientes y baños de vapor configurando un gran establecimiento termal. Tras la caída del Imperio Romano otras civilizaciones hicieron uso de las termas, entre ellos los árabes de los que el balneario y el pueblo conservan el nombre, Alange, que significa agua de Alá. Pero después y durante largos años el balneario cae en el olvido y el deterioro y hasta finales del XVIII no se comienza la rehabilitación de las termas romanas. En el siglo XIX el recinto fue comprado a subasta por el médico del pueblo (Don Abdón Berbén y Blanco). En esta época comienza un auge de los balnearios centroeuropeos, el balneario se amplía con jardines, bañeras de mármol italiano, piscinas sobre el manantial y galerías de duchas, y más adelante, en la década de los setenta, se actualizan las instalaciones y las técnicas, se amplían los jardines y se emprende la construcción del hotel Varinia Serena en 1989 y el Gran Hotel Aqualange en 2006. En 1993 el balneario es declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en la actualidad se ha convertido en una importante estación termal que integra construcciones romanas y modernas infraestructuras combinando terapias tradicionales con las últimas tendencias en wellness e hidroterapia.
Como podrás comprobar este balneario tan desconocido para los propios españoles tiene mucho que ofrecer y una bonita historia que mostrar. Y no sólo eso, en Sevilla4Real te ofrecemos una excursión por los encantadores pueblos rurales de Santa Olalla del Cala, Zafra, y por último Alange, situados en Extremadura, nuestra comunidad vecina. Esta excursión ofrece un conjunto de cultura y relax durante un día que no te dejará indiferente.
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La tradición termal en España y sus históricos Spas
Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.
Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.