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La época Dorada Sevillana

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El año 1492 fue un año muy especial para España; los reyes católicos conquistaron Granada (la última fortaleza morisca). Así Fernando e Isabel terminaron con el dominio musulmán que había durado unos 800 años. Antes, los reyes también dieron la orden a Cristóbal Colón de hacer su viaje de exploración hacía las Indias, pero lo que éste encontró en lugar de eso cambiaría el mundo para siempre. No encontró la India, pero si «El Nuevo Mundo«. Gracias a este descubrimiento España vivió una época dorada durante los siglos XVI y XVII. En la Catedral de Sevilla tenemos la suerte de poder encontrar el sepulcro de Cristóbal Colón (y el de su hijo Hernando) asi como en los Jardines Murillo otras obras homenaje a este hecho, una fuente con esculturas de Cristóbal Colón y los Reyes Católicos. Hablemos dela época dorada de nuestra ciudad:

En este periodo el Imperio Español se convirtió en el imperio mas poderoso y rico del mundo. La ciudad más importante en España en la época no fueron ciudades como Madrid o Barcelona, sino Sevilla, ciudad que se convirtió en una de las capitales del mundo.

La localización de Sevilla fue perfecta para el comercio. El rio Guadalquivir, amplio y seguro para la navegación, trajo todas las riquezas del nuevo mundo, y desde aquí se comercializaban con el resto de Europa. En 1503 los reyes dieron el titulo “Puerto de Indias” al puerto de Sevilla y creó la Casa de la Contratación. Después, personas de toda Europa vinieron a Sevilla e incluso grandes y ricas familias se asentaron en Sevilla para llevar desde aquí sus negocios. Estas personas fueron comerciantes pero también embajadores y grandes intelectuales de la época. En 1505 se funda la universidad con un decreto papal. Sevilla era, por tanto, la ciudad más grande del país en el siglo XVI con una población de más de 100 000 personas.
La fábrica real de tabacos fue la primera fábrica de tabacos de Europa, aunque no estaba situada ni era el edificio que conocemos ahora, edificio por cierto, construido en el siglo XXVIII, y cuya fachada muestra el descubrimiento de América, la producción de tabaco y a dos indios fumando.

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En el Siglo XVII la época dorada sevillana empezó a poco a poco a decaer por diferentes razones, entre ellas una nueva epidemia de peste. En 1717 la Casa de contratación se trasladó a Cádiz y Sevilla perdió su monopolio comercial con las Américas. Así comenzó una época de decadencia para Sevilla y el imperio, que además en 1898 con el tratado de París después la guerra con los Estados Unidos se firmó la perdida de Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas. Este hecho marcó el fin de la época dorada española y de la ciudad de Sevilla.

No obstante, tenemos la suerte de decir que a pesar de las vicisitudes y la época dorada vivida dejó muchos testigos, edificios, arte y demás para poder disfrutarlos hoy día y que nos cuentan la historia de nuestra ciudad y lo importante que llegó a ser. Testigos de la época y buenos ejemplos son también El Archivos de Indias (donde se guardar hoy día miles de documentos sobre el imperio Español), gran parte de la Catedral y del Alcázar (todos ellos declarados patrimonio de la Humanidad por la UNESCO).

Si os apetece conocer en profundidad más sobre tema esperamos que sea posible muy pronto hacerlo con una de nuestras rutas más populares: “La Sevilla Americana” en la que explicamos y enseñamos todos estos lugares que fueron tan importantes para durante este período.

 

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La época Dorada Sevillana

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.