El pasado 24 de diciembre fue un día especial porque confluyeron tres acontecimientos históricos. Se celebró Nochebuena como todos los años, hubo luna llena (acontecimiento que no ocurría desde 1977) y coincidió también con el Mawled o Fiesta del Nacimiento del Profeta (SAWS). Quizá os preguntaréis qué significan las letras SAWS que aparecen detrás de Profeta. En la tradición islámica, cada vez que se menciona al Profeta hay que añadir “que Dios lo bendiga y le de paz”, que en árabe es “salla Allahu w alaihi w salam”, pero como es un saludo un poco largo, se puede utilizar también esta abreviatura. ¿Qué es el Mawled? Pues la fiesta que conmemora el nacimiento del profeta Muhammad (SAWS) y se celebra el duodécimo día de rabi’ al-awwal, que es el tercer mes del calendario islámico. ¿Por qué hablamos nosotras del mawled? Porque es una fiesta muy importante de la tradición musulmana y porque, como os contamos en nuestra ruta Las culturas de Sevilla, el Islam impregnó nuestra cultura durante más de cinco siglos y es interesante conocer las tradiciones que nos precedieron. La madre del califa Haroun al-Rashid mandó construir una mezquita sobre la casa del Profeta (SAWS) en La Meca y los fieles acudían a rezar a ella por la baraka o suerte que transmitía. La mención más antigua que se conserva de las celebraciones públicas del mawled se encuentran en la obra de Ibn Yubayr (siglo XIII). La ceremonia del mawled consistía en visitar la casa del Profeta (SAWS) y orar en ella; además, se besaban las paredes como signo de aceptación de la baraka. Esta casa fue destruida en el siglo XIX por los wahabíes de Arabia Saudí. La conmemoración de este día se diferencia en función de las costumbres y varía según las diferentes regiones del Magreb, pero lo más habitual es celebrar esta fiesta en familia y en las mezquitas, que se iluminan de forma especial.

Lo habitual es que después de intercambiar visitas entre la familia y los vecinos, los hombres (vestidos con la ropa tradicional) acudan a la mezquita para recitar azoras del Corán y “madeh”, poemas dedicados a elogiar al Profeta (SAWS). Las mujeres, en cambio, se reúnen en casas para iniciar veladas rituales en las que se recitan “madeh” hasta el amanecer. Además de este ritual básico, cada país musulmán tiene sus propias peculiaridades. Por ejemplo, en Turquía fue la fiesta nacional hasta que Kamal Atatürk subió al poder en 1923; en Túnez es muy típico tomar assida zgougou, una especie de mousse de piñones; en Arabia Saudí estáprohibida por los wahabíes porque no es una fiesta que se celebrara en los primeros tiempos del Islam; en Egipto se celebra también el nacimiento de su hija Fátima y de su nieto Husayn; y en África subsahariana se asocia a la idea del rito de iniciación.

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.