En la intimidad de casas, iglesias y espacios no accesibles o desconocidos encontramos estampas eternas y de sorprendente belleza de la Semana Santa oculta, la que no se ve, la más íntima. Os dejamos algunos ejemplos.

Preparativos:
El pregonero este año recordaba esta estampa, las túnicas de nazareno, guardadas todo el año en armarios y altillos, en estos días preparadas, perfectamente planchadas, en casa de las madres de familia, que a menudo se encargan de las túnicas de los hijos ya independizados y hasta de los nietos. Dejándonos esa estampa tan personal, tan de cada familia, que son las túnicas colgadas en alguna habitación de la casa, cada una con un papelito con el nombre de quien la va a vestir sujeto por un alfiler.

El olor a torrijas recién hechas:
También ligado de forma indestructible a la casa de cada cual, o de su madre, o de su hermano, o de su padre … ese sabor a Semana Santa pura. No decimos más, quien las probó lo sabe.

Preparación de los pasos:
LA CERA: Un trabajo de altísima precisión que es pura artesanía, se enseña en cada hermandad de generación en generación. El olor inconfundible de la buena cera de abeja en rectísimas filas para iluminar las imágenes. Alrededor de una semana antes, dependiendo de la hermandad.
LAS FLORES: El día antes de la salida se colocan las flores en el paso, cuidadosamente elegidas y colocadas con mimo infinito.
TRASLADOS DE LAS IMÁGENES: Algunos son secretos a voces y otros bastantes más íntimos, en cualquier caso rituales solemnes que comparten los hermanos cada año.

La cofradía se forma:
Normalmente en el interior de una iglesia, pero en algunas hermandades tienen un claustro, un compás, una placita, o lugares privilegiados como la plaza de toros o las atarazanas.

Balcones:
Esto no es que sea oculto ni secreto, es más bien un privilegio que se da de tanto en tanto si eres sevillano o cada año si por debajo del tuyo pasan cofradías, privilegio que está al alcance de aquellos que puedan pagar el alquiler de balcones en sitios privilegiados. Es una perspectiva distinta desde la que vivirlo, una visión espectacular de los pasos, la panorámica de lo que ocurre en la calle, escuchar la saeta desde el mismo punto en la que se canta

Compás:
Algunas hermandades tienen salidas y entradas dobles, pues entran en un patio o compás y después en el templo propiamente dicho. El acceso a estos lugares está muy restringido y se producen vivencias y estampas especialísimas. De noche, a oscuras, aún más.

Cosas que pasan:
Por ejemplo, invidentes en Veracruz. Sin palabras.

Barrios:
No es ningún secreto, pero como no sale en las televisiones… Desde las Vísperas, Torreblanca, San Pablo, Santa Genoveva, El Cerro… hay que vivirlo, ayuda a la comprensión del fenómeno.

Fuente: ABC de Sevilla

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.