Parece que la HBO ha confirmado que volverá a Sevilla a grabar su octava y última temporada. Benioff y Weiss, los productores y creadores de Juego de Tronos ya comentaron que estaban encantados en Sevilla y que probablemente volverían después de su primera experiencia. Además este año han rodado no sólo en Córdoba, Almeria, Málaga y Sevilla, sino en Pais Vasco, Cáceres y Cataluña. Según comentaban, los productores han quedado prendados de España, de Sevilla y de algunos de las últimas localizaciones que utilizaron para rodar la séptima temporada que se está emitiendo, en particular las ruinas romanas de Itálica y las Atarazanas de Sevilla, para las que dicen que han cambiado los guiones de la siguiente temporada para poder utilizarlas de nuevo ya que piensan que es un privilegio poder rodar en un edificio de características tan particulares con este maravilloso gótico del siglo XIII.

Las Atarazanas las mandó construir Alfonso X y desgraciadamente permanecen de momento cerradas al público, a expensas de un proyecto que está aun por llegar a término.

En este segundo capítulo de la séptima temporada ya hemos podido apreciar parte de las atarazanas aunque creemos que hay mucho más de Sevilla por llegar.

¿Será Itálica RocaDragón, Islas del Hierro quizás…algunas ruinas de Desembarco del Rey?

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¡Valar Morghulis!

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.