Itálica
Itálica, esa ciudad romana tan cerquita del centro de Sevilla, tan visitada pero a la vez tan desconocida, que tiene mucho que ofrecer, además de que Juego de Tronos rodó algunas de sus escenas más importantes de las últimas temporadas en estas ruinas, por lo que su popularidad aun ha crecido más si cabe.
Lo primero es lo primero ¿dónde se sitúa Itálica y cómo puedo llegar? Pues Itálica se sitúa en el municipio de Santiponce, a sólo 7 kilómetros de Sevilla y facilmente accesible en coche, moto o transporte público (desde la estación Plaza de Armas). Abre todos los días excepto los lunes y su horario es normalmente de 9 a 6 o a 8 dependiendo de la época.
¿Qué vamos a encontrar en Itálica? Encontraremos las ruinas de la primera ciudad romana fundada en Hispania y fuera de Italia, en el 206 a.C, sabemos, por los restos que e han encontrado que la zona estuvo poblada desde mucho antes por Turdetanos y como era una ciudad ya existente, resultó ideal para que se pudieran establecer los soldados heridos tras las guerras púnicas, la idea fue de Escipión el Africano.
Itálica, poco a poco, iria aumentando en importancia. Al principio sería considerada «colonia latina«, y en tiempos de Julio César cambiaría su estatus por el de «municipium civium Romanorum«, acuñando su propia moneda en épocas posteriores. La época de mayor explendor sucede a finales del siglo I y durante el siglo II, cuando Trajano y Adriano, ambos nacidos en Ítalica, reinan en Roma. Tío y sobrino van a reforzar el indudable prestigio que ya tenía en Roma la vetusta colonia hispana, siendo generosos con su ciudad natal, ampliándola y revitalizando su economía.
Podríamos decir que Itálica está «dividida» en dos zonas, la Nova Urbs o «ciudad nueva» y la Vetus urbs o «ciudad vieja«. La primera es la que constituye actualmente lo que conocemos como Conjunto Arqueológico de Itálica, y la segunda es la que se encuentra bajo el casco histórico de la población de Santiponce (fundada en 1601). En Santiponce apenas nada está escabado, pues la ciudad se encuentra encima, pero si podemos visitar el teatro y las termas menores.
En la ciudad nueva destacarían sus enormes mansiones pavimentadas de mosaicos, el gran anfiteatro, y algunas cositas más que vamos a ver a continuación:
Lo primero que destaca al entrar en Itálica son sus murallas defensivas de más de 3 kilómetros en la época y casi dos metros de grosor. Edificadas en diversas fases y de las que sólo nos quedan unos pocos paños.
El Anfiteatro con una capacidad de 25.000 espectadores, era uno de los mayores anfiteatros del imperio con tres niveles de graderío. Bajo el nivel del antiguo suelo de madera del anfiteatro hay un foso de servicio para los diferentes espectáculos de gladiadores y fieras.
El teatro es la obra civil conocida más antigua de Itálica. Se enclava en el llamado Cerro de San Antonio, al oeste del casco urbano de Santiponce, aprovechando la ladera natural sobre el Baetis. Fue construido entre los siglos I a.C. y I d. C., y su uso, seguramente ya esporádico, se prolongó hasta al menos el siglo V.
El templo de Trajano: Aunque no ha aparecido ninguna prueba fehaciente de ello, se viene suponiendo desde su excavación, hacia los años 1979-1980, que el bautizado como «Traianeum» es un templo dedicado al emperador Trajano erigido por su sobrino-nieto y sucesor, Adriano.
Las Termas: Eran un centro de ocio que albergaba, junto a otros servicios, los baños públicos. Datan de la época de Adriano, hacia la primera mitad del siglo II. Es un edificio de grandes dimensiones; aproximadamente ocupa una extensión de 32.000 metros cuadrados. Se encuentran en la nova urbs, ocupando la extensión de una manzana completa, aún en parte sin excavar. Todavía se conserva la estructura de la distribución de las piscinas y los hornos. Además de las termas propiamente dichas, con las tres salas (caldarium, tepidarium y frigidarium), el edificio albergaba una biblioteca, sala de masajes, sauna, vestuarios y al sur del cuerpo principal se extendería la palestra que ocuparía casi la mitad de la edificación.
En el esplendor de la Itálica de Adriano, se construyeron en la ciudad nueva casas de importantes y ricas familias locales, algunas de las cuales serían sin duda senatoriales que, además de seguir el esquema tradicional de la casa romana, con un patio interior del que luego derivarían los patios de las casas andaluzas, poseían la estética helenística predominante de la época.
Entre las casas de Itálica destacan la de la Exedra, los Pájaros, Neptuno, Patio Rodio, Hylas, El Planetario. Casi todas ellas bien excavadas, con magníficos mosaicos y grandes salas. Se cree que algunas posiblemente fueran colegios o clubes, por su gran extensión.
La productora y canal estadounidense HBO escogió este especial entorno para rodar algunas de las escénas más importantes y controvertidas de la macro producción, bien conocida por todos, Juego de Tronos. Itálica ha sido lugar de rodaje para la serie hasta en tres ocasiones y fue uno de los sitios donde se «decidió» el final de la serie. Por supuesto en Itálica hablamos de esto y os enseñamos curiosidades y fotografías del rodaje.
En cualquier caso, Itálica es una de las joyas de nuestra provincia, que si tenéis la oportunidad no debéis dejar de ver. Si queréis contar con alguien que os explique poco a poco y en detalle todo el recinto no dejéis de escribirnos a booking@sevilla4real.com y estaremos encantadas de organizar una visita para vosotros.
Fotos de Azul Neon
Itálica
Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.
Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.