Del Olvido a su puesta en valor
Almacén, del árabe Al-majzan traducido al castellano como el depósito. Más de siete mil palabras provienen en nuestro vocabulario del árabe. La influencia de la cultura andalusí está presente en la nuestra impregnando cada una de sus facetas. Y hoy, con motivo de la apertura al público del semisótano del Palacio del rey Don Pedro en el Alcázar este mismo sábado, vamos a hablar de los almacenes de la ciudad de Sevilla. Muchos espacios hoy en día reutilizados y otros, desafortunadamente, aún cerrados al público y abandonados.
Entre 1356 y 1366 artistas que se cifraron en miles llegaron a Sevilla desde Toledo y Granada para construir un palacio de uso privado para el Rey Don Pedro I, al que se le conoce popularmente como el Rey Cruel o el Justiciero. De estilo mudéjar y con intencionalidad de recrear el paraíso, consigue cada día impresionar a sus visitantes.
Tras una inversión de 400.000 €, el Ayuntamiento ha decidido poner en valor su semisótano, que debido a su proximidad a las cocinas sirvió como almacén y bodega hasta el reinado de Felipe II en el siglo XVI, donde su uso cambia para destinarse a fines lúdicos y recreativos. Próximamente podremos disfrutar de una exposición de los objetos allí encontrados, que el arqueólogo Miguel Ángel Tabales y su equipo terminarán de catalogar para sus fines museísticos.
Durante esa misma época, entre el siglo XIII y el XV, Sevilla contaba ya con un astillero situado en el actual barrio del Arenal que colindaría con la que sería un siglo más tarde la mancebía o el antiguo prostíbulo de la ciudad. Las atarazanas se especializaron en la construcción de galeras que se usaron fundamentalmente en la defensa del Estrecho de Gibraltar frente a los musulmanes. Pero debido a su gran tamaño, sirvieron para albergar asambleas y festejos públicos. También eran un lugar natural para almacenar el botín y los prisioneros capturados por las flotas de los reyes castellanos. Las usaron como cárcel para la élite social, por ejemplo para los nobles afines al rey Pedro I tras la victoria de su rival Enrique II.
Los Reyes Católicos usarían su espacio como parte de la Casa de la Contratación y unas de las naves como lonja de pescado. También se construyeron algunas viviendas y fue a finales del siglo XVI cuando se alquila como almacén de aceite y lanas. El alcaide sería el encargado de la vigilancia del recinto y del cobro de todos los alquileres. Otra nave fue destinada a almacén de mercurio, que era traído en sacos de pellejos de cordero de las minas de Almadén y que luego se usaba para ayudar a extraer plata en las minas americanas. Mientras tanto, algunas naves seguían sirviendo para labores específicas del Puerto de Indias, como “la nave del bombero” destinada para la fabricación de bombas que servían para achicar agua de los barcos.
Hasta el 5 de junio de 1593 cuando el rey Felipe II prohibiría por Real Cédula que los barcos construidos en las atarazanas sevillanas se emplearan para los viajes a las Indias aduciendo la peor calidad de la madera empleada en ellos frente a los astilleros del norte de España.
Hoy en día, son un monumento catalogado como Bien de Interés Cultural. La Junta de Andalucía le cedió el edificio por un período de 75 años a la entidad financiera La Caixa para que se desarrollara ahí un centro de difusión cultural, el famoso Caixaforum, que como ya sabéis está finalmente ubicado en los aledaños de la Torre Pelli. Así que esperamos su puesta en valor dentro de no mucho tiempo y que siga la senda del almacén de Pedro I.
Del Olvido a su puesta en valor
Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.
Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.