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¿Por qué emprender?

En los distintos eventos empresariales a los que hemos asistido, como Jelly o Smartpyme, suelen preguntarnos el porqué de nuestro emprendimiento. Para la mayoría de nosotros no es la primera vez que emprendemos, por lo que nuestra respuesta y nuestras motivaciones quizás se salgan un poco de lo normal dada nuestras trayectorias profesionales anteriores. En la mayoría de talleres, cursos de coaching y otras iniciativas empresariales suelen repetir que montar una empresa es como tener un hijo, que hay que entregarse al 200% (incluso al 300%, ya que parece que nunca es suficiente), deberás abandonar parte de tu vida social, tus socios serán como tu familia y un sinfín más de mantras por el estilo que se repiten casi sin plantearlos. Pues bien, nosotros hemos venido a emprender para ser felices. Y es primordial tener en común cómo ha de ser esta felicidad. Compartir los mismos objetivos es básico para emprender en equipo. Desde nuestras experiencias anteriores, y dada nuestras propias metas en la vida, hemos llegado a la conclusión de que compartir un proyecto común alimenta la creatividad, te hace sentir realizado, desarrollas nuevas habilidades y aprendes hasta límites insospechados. Cuentas con personas con las que compartir y celebrar los éxitos, así como con quien analizar los fracasos y animar a seguir adelante. Todo ello acompañado de la maravillosa sensación del trabajo bien hecho en un sector que te encanta, te llena y conmueve, que para nosotros es el turismo cultural. Nadamos algo contracorriente en el sector del emprendimiento ya que consideramos que la esfera laboral no tiene por qué nublar el resto de espacios en la vida. Nuestra empresa no es una apisonadora con vida propia que exige un ritmo uniformemente acelerado, porque nuestra empresa somos nosotros. Y, como equipo, aportamos lo que cada uno considera que ha de aportar para ser feliz en el proyecto. Buscamos el cuidarnos los unos a los otros, no sólo a nuestros/as clientes. La clave para este factor esencial es el saber respetar los ritmos personales de las demás y, sobre todo, ser conscientes de que estos ritmos pueden cambiar a lo largo del tiempo, no son estáticos. En cualquier momento cualquiera de nosotros puede decidir echar el freno o pisar el acelerador, puede incluso decidir abandonar el proyecto temporal o definitivamente. Ante cambios de este tipo siempre nos organizamos para intentar prever la nueva situación y enfrentarla de la mejor manera posible, como equipo y como compañeros, agradeciendo en todo momento la labor aportada desde cada una de nosotros.

¿Es Sevilla4Real un pasatiempo para nosotros? En absoluto. Actualmente nos encontramos en una fase muy embrionaria, pero no por eso deja de ser una empresa que esperamos que en el futuro sea nuestra principal fuente de ingresos. Obviamente también emprendemos para asegurarnos un sustento, y qué mejor que sea con tu propia idea y en el sector que más te apasiona. Por desgracia la precariedad está instalada en nuestras vidas y hemos de atender otros trabajos para llegar a fin de mes. Situación que, además, es una gran oportunidad para establecer colaboraciones con otras empresas del sector cultural y turístico. Estamos trabajando sin prisa pero sin pausa, prestando atención a todos los detalles, compaginando nuestras vidas laborales y profesionales con la personal, dando pasos asegurados, dibujando nuestro propio camino. Al fin y al cabo nuestro objetivo común no es montar una cadena mundial de viajes lowcost, nuestro objetivo es trabajar para vivir. De esa manera seremos felices, y será más fácil que nuestros clientes también lo sean. Al menos durante los ratos que nos acompañen conociendo la ciudad.

¿Por qué emprender?

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.