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¿Qué es de Sevilla cuándo llega el frío?

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Ya ha llegado el otoño y en definitiva también el frío, pero la verdad es que aún con esta época de lluvias, vientos fríos y humedad, Sevilla sigue siendo una buena opción como destino porque además encontraremos factores que hacen a la ciudad más acogedora en sus suaves inviernos como los puestos de asar castañas que ponen el centro y que ahúman las calles dándoles un toque invernal, el cual nos dura apenas un par de meses. En cuanto a la lluvia y el frío, no está tan acentuado como en otras ciudades de España y aunque la lluvia no es muy habitual, cuando llueve en Sevilla nadie queda indiferente: se pueden ver los adoquines de las calles brillando, la gente saltando encima de los charcos y es que cuando llueve, todo se inunda en Sevilla porque es tan plana que la única cuesta que hay tiene nombre, se llama Cuesta del Rosario.

Además en esta época es la “temporada baja” en Sevilla lo que quiere decir que si eres un local de la ciudad podrás visitar los monumentos y museos sin encontrar colas ni lugares abarrotados de turistas; y si eres turista tendrás la ventaja de encontrar alojamiento y algunas actividades más fáciles y baratas, además si eres de esas personas que no soporta el calor, pero tampoco el frío extremo ¡es tu momento de venir a visitarnos!

Realmente hay más planes de los que creemos, podemos ir a tomar un té con toque moruno o un chocolate caliente acompañado de tartas caseras, galletas o incluso si es por la mañana con churros o media tostada de jamón y aceite. En Sevilla son muchas las cafeterías donde su ambiente y su luz te invitan a pasar, y si miras sus vitrinas de apetitosos dulces seguro que te sentarás. También los bares siguen manteniendo las terrazas en la calle aunque más resguardadas del viento y con calentadores para estar igual que dentro, el hecho de estar siempre en la calle es algo que permanece en nuestra forma de ser. En algunos bares del centro podrás encontrar también vino caliente, especiado con canela y clavo, ¡riquísimo para entrar en calor! Y siendo sinceros, son muchos los días de otoño en los que la manga corta todavía se luce si estás tomando el sol en alguna terraza, quizá te siga apeteciendo más la caña. Pero si te interesa más la cultura las programaciones de teatros, exposiciones, charlas, talleres son muy variados y algunos son gratuitos. Además en los cines se proyectan muchos documentales y óperas con un precio muy asequible de forma limitada. Si prefieres algo menos formal, también puedes pasearte por las calles del centro o de la Alameda de Hércules, donde encontrarás diversos artistas callejeros de todo tipo: músicos, bailarines, equilibristas, exhibiendo sus obras y dando un toque más bohemio a la ciudad durante los días de frío.

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Y lo más llamativo, cuando se acerca la Navidad la ciudad empieza a tomar otro olor, más dulce, más acogedor, una Sevilla más iluminada, los dulces navideños que huelen desde los portones de los conventos donde se elaboran, los mercadillos de belenes de la Constitución… ¡Y la pista de hielo! Que además permanece abierta un par de meses más. Pero bueno, concretamente sobre la NAVIDAD hablaremos en otro post.

Como veis Sevilla tiene muchas más facetas y épocas para ser disfrutada, una más íntima, más verdadera… ¡Todo depende de los gustos y de los colores con los que prefieras ver la ciudad!

El Invierno En Sevilla

¿Qué es de Sevilla cuándo llega el frío?

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.