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Nuestros Hoteles favoritos: Hotel Ateneo

Hotel Ateneo Sevilla 1Hotel Ateneo Sevilla 2Hotel Ateneo Sevilla 3

Inauguramos esta nueva sección del blog «Nuestros hoteles favoritos» en la que os traeremos algunos establecimientos hoteleros de nuestra ciudad que consideramos que son un atractivo en sí mismos, añadiendo interés a la visita a Sevilla y calidad turística. Además siempre os mostraremos casas con interés arquitectónico, bien restauradas, bien conservadas, y recuperadas para el uso, tanto de sus clientes, como de los sevillanos y visitantes en sus zonas comunes, dándonos acceso a nuevas perspectivas a menudo completamente privadas e íntimas.

Empezamos por el Hotel Ateneo, situado en una de las plazas con más encanto del centro, en una casa señorial del siglo XVIII, que estaba prácticamente en ruinas, y vuelve a lucir en todo su esplendor. La decoración, a base de antigüedades y elementos clásicos es impresionante, todo tiene cierto aire inglés, algunas de las zonas comunes nos hacen pensar que estamos en un club de caballeros londinenses en el siglo XIX ¡Sir Conan Doyle se sentiría comodísimo en sus estancias!

Hotel Ateneo Sevilla 2

Hace relativamente poco que abrieron sus puertas, en sintonía con un público que aspira a alojarse en espacios singulares y especiales, en pequeños hoteles interesantes en sí mismos y con un trato mucho más personal con sus huéspedes.

Nada más traspasar el zaguán nos vamos a encontrar en un bellísimo y elegante patio con galería, con interesantes antigüedades, tapices y pinturas.

En un segundo patio el rumor de una fuente y la sombra del lugar se abren a la luminosidad de una recoleta y refrescante piscina, totalmente inesperada.

Las zonas comunes respiran sabor británico y marinero.

Hotel Ateneo Sevilla 3

Nuestros Hoteles favoritos: Hotel Ateneo

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.