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La Rábida y el Muelle de las Carabelas

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Hace unos días nos fuimos de excursión a Huelva y entre otros lugares visitamos La Rábida, en Palos de la Frontera, donde se encuentran el Monasterio y el Muelle de las Carabelas, dos lugares imprescindibles a conocer si te interesa el descubrimiento del nuevo mundo, la historia, la navegación o conocer esos rinconcitos curiosos que guarda nuestra tierra.

Y es que por aquí somos unas grandes enamoradas de la provincia vecina y es nos proponemos cambiar eso que tanto se dice por ahí de que «en Huelva no hay ná que ver«. Hay que ver, y tanto que hay que descubrir en esta provincia: su gastronomía, la sierra, cuevas, minas y rincones con historia como este centro de interpretación único en el mundo, lugar desde el que partió Colón al nuevo mundo.

La Rábida está bien señalizado por carretera y bien cerquita de Sevilla, se llega en coche y tiene buen parking, todo accesible y bien preparado. En lo que es el complejo puedes visitar el Foro Iberoamericano, donde suele haber conciertos y otros actos. El precioso Jardín Botánico y también el Monasterio de Santa María de la Rábida y El Muelle de las Carabelas.

El Monasterio es una joyita del siglo XV, gótico mudéjar y actualmente perteneciente a los franciscanos. las estancias decoradas con frescos de Daniel Vázquez Díaz, el claustro y el museo, donde se conservan numerosos objetos conmemorativos del Descubrimiento de América. En la iglesia se encuentra la imagen de la Virgen de los Milagros. Se trata de una escultura de estilo gótico, del siglo XIII aproximadamente, realizada en alabastro. En él se hospedó Cristóbal Colón años antes de partir hacia el Nuevo Mundo, cuando aún se encontraba preparando su proyecto. Se encuentra enterrado Martín Alonso Pinzón, que falleció a los pocos días del regreso del primer viaje colombino. Asimismo, al regreso de alguna de sus expediciones de conquista, llegaron a este cenobio franciscano Hernán Cortés, Gonzalo de Sandoval y Francisco Pizarro.. Por estas razones forma parte destacada del itinerario histórico y artístico conocido como los Lugares Colombinos.

Sobre el Muelle, decir que es una visita ideal para niños y mayores.

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A lo largo de 1992 se llevaron a cabo todo tipo de celebraciones a raíz del V Centenario del descubrimiento de América. Entre ellas, España realizó una reproducción de las naves en las que Cristóbal Colón, los Pinzón de Palos de la Frontera y el resto de la expedición, marineros de la zona como los Niño de Moguer, hicieron el viaje del descubrimiento de América. Los tres navíos formaron parte de la Exposición Universal de Sevilla para después decidir abrir este centro en Palos de la Frontera y construir el resto del muelle con la Isla del Encuentro, el Barrio Medieval o puerto y el interesante centro de interpretación y audiovisual donde explican numerosas curiosidades y puedes ver fascímiles de algunas cartas de Colón a los Reyes Católicos, aprender cómo se prepararon y dieron comienzo y final los viajes que marcaron un antes y un después en la historia mundial.

Lo mejor, además de aprender sobre historia es lo interactivo de la visita, ya que puedes subir a las dos Carabelas y a la Nao, conocer cómo eran los barcos y sorprenderte de su pequeño tamaño, entrar en el camarote de Colón, en las bodegas (no actualmente por normativa COVID19) y hacerte fotos con los escribanos y cocineros. Ver qué llevaban de comer, dónde dormían y demás curiosidades. Como digo, ideal para familias y disfrutable a cualquier edad, además la entrada cuesta entre 1,5€ y 3,60€ por lo que es asequible para cualquier bolsillo.

Una excursión que bien merece la pena, divertida y amena.

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La Rábida y el Muelle de las Carabelas

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.