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La Judería de Sevilla: Más allá del Barrio de Santa Cruz

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Al hablar de la judería de Sevilla, siempre se suele asociar con el barrio de Santa Cruz, con sus callejuelas entramadas y miles de rincones por descubrir. Sin embargo, la judería abarca mucho más que este conocido barrio sevillano. ¿Nos acompañas a dar un paseo por su calles y su historia? Te prometemos que no te defraudará.

La judería sevillana se extendía por los actuales barrios de Santa Cruz, San Bartolomé y Santa María la Blanca, delimitada por una muralla que la separaba del resto de la ciudad. Ocupaba una extensión de 16 hectáreas. Se cree que si no la más antigua de España, está entre las más antiguas. ¿Pero cuándo y por qué se creó este barrio?

Desde la época romana y visigoda ya se constata la presencia de los judíos en la Península Ibérica. Pero no consta que lo hicieran en barrios separados hasta la época de al-Ándalus. Los judíos ayudaron y contribuyeron a la ocupación de España por parte de los árabes (711). En agradecimiento, los musulmanes les dejaron asentarse en las ciudades conquistadas. Debido a sus grandes dotes en el campo económico y los negocios, tuvieron una gran influencia en la sociedad. La comunidad judía era tan extensa en aquella época que incluso recibieron una denominación especial, eran conocidos como sefardíes.

La judería de Sevilla se convirtió en una de las más pobladas y trabajadoras de la época. En el siglo XI, llegó a su máxima extensión.

Sin embargo, a mediados del siglo XII, los almohades llegaron a la península y ante las fuertes restricciones impuestas sobre los judíos, muchos de ellos emigraron. No fue hasta 1248, cuando Fernando III de Castilla conquistó Sevilla, que la comunidad judía volvió resurgir. En los siglos XIII y XIV, los judíos ayudaron a incentivar la economía en la ciudad, convirtiendo a Sevilla en centro neurálgico del comercio internacional. Incluso llegaron hasta la propia Corte del rey.

Sin embargo, a mediados de 1300, comenzó a fraguarse una animadversión por los judíos por, entre otros motivos, la fama y el poder que estaban alcanzando, que acabó con la persecución de estos y numerosos motines antisemitas. Los judíos se vieron saqueados, acosados y perseguidos. En 1391, tuvo lugar el peor episodio para los judíos sevillanos, el primer pogromo. Se cree que hasta 4 000 judíos fueron maltratados y asesinados. Otros se convirtieron al cristianismo por miedo a las represalias. Esto sirvió de antesala para conocer el futuro del resto de sefardíes que habitaban en España. Incluso fue Sevilla donde se creó el primer tribunal de la Inquisición para perseguir a los conversos.

Con el tiempo, algunas familias volvieron a la ciudad, pero ya no volvió a existir un barrio judío. En 1396 la judería se reformó y se convirtió en la Villa Nueva, se expropiaron todas las sinagogas y se convirtieron en iglesias. Aún seguía existiendo cierta precaución respecto a los judíos conversos, también conocidos como marranos, ya que se sospechaba si su conversión al cristianismo era sincera. Esto resultó en la expulsión definitiva de los judíos de Sevilla en 1483.

El barrio sufrió una época de decadencia y quedó prácticamente abandonado hasta que a principios del siglo XX se llevó a cabo su remodelación, dirigida por el arquitecto Juan Talavera y Heredia.

Y ahora qué conocemos su historia, ¿por qué no nos adentramos más en su forma de vida y costumbres?

Se sabe que los judíos eran bastante diestros en economía y finanzas. En general, los sefardíes sevillanos se dedicaron al comercio fluvial y terrestre, la artesanía y la medicina. Ocupaban los altos cargos administrativos de la ciudad, especialmente relacionados con la recaudación de impuestos. A nivel intelectual, también existían grandes literatos, astrólogos, astrónomos, poetas o filósofos. Allí nacieron grandes eruditos de la talla del teólogo, médico y astrónomo Rabí Salomón o el afamado talmudista Ibn Gauison.

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Otros grandes judíos sevillanos fueron Manuel Leví, tesorero del rey Don Pedro; sabios astrónomos como Yosef ibn rabí Elazar o el distinguido Mosé ibn Zarzal, diestro en la medicina. También destacaron Yusaph Pichón, contador mayor del rey o los famosos traductores de la corte alfonsí Abraham Alfaquí y Samuel ha Leví.

Lo más sorprendente es que personajes tan ilustres del panorama español como Cristóbal de Mesa, Santa Teresa de Jesús, Fernando de Rojas, Góngora, Cervantes o hasta el mismísimo Velázquez, solo por mencionar a algunos, fueron judíos conversos o descendientes de estos.

En su época de esplendor, en pleno siglo XI, llegaron a convivir entre los muros de la judería sevillana 3 000 judíos, que gozaban de una buena forma de vida. Contaban con la protección del rey de Castilla, que le permitía hablar su lengua, mantener sus costumbres y practicar su religión a cambio de una serie de tributos especiales.

Pero, ¿por qué vivían entre muros? Originariamente se crearon para que los judíos pudieran tener un lugar en el que vivir en comunidad y poder mantener sus leyes y costumbres, así como defenderse más fácilmente de los ataques enemigos. Así también se podía llevar un mejor control. Cabe destacar que no todos los judíos vivían en la judería, así como no todos los que vivían en este barrio eran judíos. Estaba rodeada de una muralla con puertas de acceso y situada estratégicamente en el centro de la ciudad, limitando con el área en la que se encuentra actualmente la catedral.

La judería de Sevilla se comunicaba con la ciudad y con el campo a través de tres puertas:

  • La puerta que daba acceso a la calle Mesón del Moro, era de hierro.
  • La actual Puerta de la Carne, conocida como Puerta de las Perlas por los árabes, era la que se encontraba a las afueras de la ciudad.
  • La Puerta de San Nicolás, frente a la calle Rodrigo Caro.
  • Finalmente, había una pequeña puerta o postigo, conocido como Puerta del Atambor, que daba a la calle Rodrigo Caro. Se le llamaba así porque se cerraba por las noches al ritmo de un tambor.

Todas las puertas se cerraban con el toque del ángelus a las seis de la tarde y se abrían al amanecer.

El paso del tiempo no ha borrado las huellas que los judíos dejaron en Sevilla. Sus huellas siguen impresas en tradiciones y leyendas, pero también, y mucho más tangibles, en la arquitectura de su judería, los sabores de su gastronomía, las notas de sus melodías o la belleza de sus artesanías.

A pesar de ser expulsados en 1492 definitivamente del territorio de Castilla, su legado todavía perdura en numerosos aspectos de nuestra sociedad. ¿Sabías que tenemos dos apellidos gracias a los judíos? ¿O que platos tan típicos de la cocina española como la pipirrana, el pisto, las albóndigas, el arroz con leche o las torrijas tienen influencia sefardí? ¿Y que técnicas como el escabeche o la fritura del pescado provienen de su legado? Esto es solo una pequeña muestra de su herencia.

Otra de las curiosidades que rodea a este barrio es su cementerio, que se cree que se extendía hasta la zona de la Buhaira. Recientemente se hallaron restos funerarios en el barrio de San Bernardo. Esto se debe a que los judíos buscaban terrenos vírgenes que nunca antes hubieran sido utilizados para enterrar a sus difuntos. Por este motivo, encontramos un cementerio en esta localización.

También es interesante conocer que tres de sus principales iglesias: Santa María la Blanca, la Iglesia de Santa Cruz y la de San Bartolomé fueron primero mezquitas, luego sinagogas, para finalmente convertirse en iglesias. ¡Sin duda son tres joyas escondidas que no te puedes perder! Entra y disfruta de sus bellos interiores, déjate sorprender por los diferentes estilos y recorre las calles circundantes en busca de preciosas fachadas.

Si quieres recorrer la judería, aparte del ya famoso barrio de Santa Cruz, no dejes de dar un paseo más allá de sus límites. Adéntrate por sus callejuelas y piérdete en sus miles de rincones y patios. No dejes de entrar en el Hospital de los Venerables (si la situación actual lo permite) o el Centro de Interpretación de la Judería para adentrarte más en su historia. Déjate embelesar con sus leyendas, descubre por qué hay cruces de madera ancladas en las paredes de la calle Cruces, de dónde proviene el nombre de la calle Pimienta o el de la calle Vida y por qué esta última está tan relacionada con una hermosa dama conocida como la Susona. Encuentra la calle más estrecha de Sevilla y decide si la calle Reinoso se merece el nombre de La Calle de los Besos. ¡No te defraudarán!

Si te has quedado con ganas de más, en uno de nuestros siguientes posts podemos profundizar en todas las leyendas que esconde este barrio.

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La Judería de Sevilla: Más allá del Barrio de Santa Cruz

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.