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Calles de Sevilla: La Calle Sierpes

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Hoy queremos hablaros de una de las calles más emblemáticas del centro histórico de Sevilla: la calle Sierpes. Seguro que has paseado miles de veces por ella, pero ¿te has parado alguna vez a descubrir su historia?

Con unos 400 metros de longitud que se extienden desde la Plaza de San Francisco hasta La Campana es una de las calles más vivas de la ciudad. Antiguamente, por esta zona pasaba un brazo del Guadalquivir que se unía al río principal a la altura del Arenal por lo que comenzó siendo una orilla del río. Pero, a partir del siglo XV, comenzaron a construirse conventos y comercios que la hicieron convertirse en el lugar ideal para todos los que venían de las Américas a vender sus productos. Una calle llena de vida, pero ¡cuidado! también peligrosa en cierta medida ya que había ladrones y malhechores merodeando por la zona.

Desde entonces ha mantenido ese espíritu comercial que la caracteriza y, actualmente, es una de las vías más transitadas de Sevilla. Es la calle comercial de Sevilla por excelencia. Se puede decir que es una versión reducida de los Campos Elíseos parisinos al más puro estilo español. Está llena de negocios centenarios, cafeterías, boutiques y un sinfín de peculiares tiendas más. Aquí podemos encontrar desde una gran selección de artículos y curiosidades de la más alta calidad hasta las típicas tiendas de souvenirs. ¡Ten cuidado si pasas por esta calle que seguro acabas picando algo!

¿Pero no sabías que esta mítica travesía no siempre se ha llamado así? Fue conocida por primera vez, o al menos de forma registrada, como Espaderos. Comenzó a llamarse así tras la conquista cristiana de la ciudad por el rey Fernando III de Castilla. Seguramente por el hospital y la hermandad situados aquí que fabricaban espadas, o por los numerosos establecimientos existentes en esta calle que las vendían y que por lo tanto hicieron que el gremio se instalara en ella. A partir del siglo XV, se le cambió el nombre y se rebautizó como calle de la Sierpe en un principio, el que evolucionaría hasta convertirse en la actual calle Sierpes.

A partir de este momento comienza una de las grandes encrucijadas que esconde esta popular travesía. ¿De dónde viene Sierpes? ¿Cuál es el motivo de su nombre? Existen numerosas teorías de lo más variopintas. Pero principalmente son cinco las más extendidas. Hay quien atribuye su nombre a la sinuosa estructura que presenta, adecuada para adaptarse al cauce del río en su momento.

Otra de las teorías más extendidas es la de la antigua Cruz de Cerrajería, actualmente en la Plaza de Santa Cruz, que antiguamente estaba ubicada en la confluencia de Sierpes con la calle Rioja. Según indica Alejandro Guichot en su novela «El Cicerone de Sevilla», esta cruz pudo ser conocida antes como Cruz de las Sierpes debido a las sinuosas estructuras en forma de serpientes que emulaba.

La teoría más antigua conservada es la de L. Peraza, que escribió en el siglo XVI: “llamáronla así por una quijada, que dicen ser de sierpe, que está colgada en un mesón que está en medio de la calle, el cual, por la quijada, llaman de la Sierpe«. Muchos historiadores apuntan a esta teoría. También el escritor Luis Montoto le atribuye el nombre a un supuesto caballero conocido como Don Álvaro Gil de las Sierpes, de quien se dice que vivía en esta calle.

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La última teoría es la más curiosa y la que más se asemeja a una leyenda grotesca. En el siglo XV, una gran cantidad de niños desaparecían por lo que había que había que encontrar un motivo justificado para ello. Tras acusar a los judíos, comenzó a tomar fuerza una leyenda. Y se consagró cuando apareció un prófugo de la cárcel de Marchena que aseguraba que la razón de tanta desaparición era una inmensa serpiente que se encontraba en el alcantarillado bajo la calle Sierpes. El preso pidió su libertad para desvelar el motivo. Como el Corregidor le ofreció la libertad, les llevó por el alcantarillado hasta una serpiente de un tamaño descomunal, a la que le había dado muerte con un puñal, rodeada de cadáveres y huesos de niños.

Tanta historia tiene esta calle que son muchos los autores que la han mencionado en sus obras, cabe mencionar a Tirso de Molina en El burlador de Sevilla, Camilo José Cela, Pío Baroja, Alejandro Dumas o Cervantes en El rufián dichoso, entre otros.

De hecho, este último estuvo encarcelado un tiempo en la Cárcel Real situada en esta calle y, entre sus muros, comenzó a gestar el Quijote. Actualmente, en el lugar se encuentra una sede de CaixaBank Cajasol.

Otro lugar mítico de esta concurrida calle es la Confitería La Campana, emblemático edificio del siglo XVIII que acoge una de las cafeterías más antiguas de la ciudad, activa desde 1885. ¡Si pasas por su puerta no te puedes marchar sin probar alguna de sus especialidades! Te recomendamos los cortadillos de cidra, las tortas de aceite o las yemas sevillanas. ¡Una vez los pruebes, no podrás parar!

También se halla aquí lo que era el antiguo Convento de San Acacio, que tras la ocupación francesa se exclaustró y habilitó para oficinas públicas. Una curiosidad es que su iglesia llegó a convertirse en sede del Gran Poder de 1696 a 1703. Hoy es la actual sede del Círculo de Labradores.

Para los amantes de la literatura también existe un negocio muy peculiar, y que particularmente a nosotras nos encanta, y es el que está situado en el antiguo Teatro Imperial. Como teatro atrajo a espectadores de toda la ciudad, posicionándose a la par de otros importantes teatros sevillanos como el Lope de Vega. Actualmente aloja una librería llamada Verbo cuya peculiaridad es que ha mantenido la estructura original del teatro. ¡No te la pierdas!

Por otro lado, encontramos otras fachadas peculiares que albergan emblemáticos negocios, «los de toda la vida», como Sombreros Díaz, Maquedano Sombreros, Papelería Ferrer (la papelería más antigua de España) o el Cronómetro. Esta última destaca por los seis relojes analógicos que se exhiben en su fachada desde que fueron instalados como reclamo para la Exposición Iberoamericana de 1929.

Además, como curiosidad ya que está tan cercana la Semana Santa, se dice que desde antes que la carrera oficial se estableciera por la Calle Sierpes los vecinos ya sacaban sus sillas a las calles y no dejaban pasar a nadie que no fuera de allí.

Hay tantas historias que contar, que no cabrían todas. Por lo tanto, si te has quedado con ganas de disfrutar de un agradable paseo e impregnarte de la historia más pura de Sevilla después de leer este post, date una vuelta por esta calle tan distintiva y no dudes en hacer algunas compras en sus tiendas más emblemáticas.

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Calles de Sevilla: La Calle Sierpes

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.