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Las Mancebías de Sevilla y España

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En los últimos años la Noche en Blanco viene siendo muy conocida e incluso gran parte del público sevillano la espera con grandes expectativas, y cada vez más. En su momento fue conocida también como Noche Larga de los Museos, pero a día de hoy son muchas las iniciativas públicas y privadas las que ofrecen diferentes actividades tanto en interiores como exteriores. En el centro de Sevilla, principalmente, se organizan multitud de actividades donde la cultura es la protagonista: música, espectáculos, visitas guiadas, exposiciones, etc. Los comienzos para este proyecto cultural no fueron fáciles, pero gracias al empeño de SevillaSeMueve y a todas las entidades que poco a poco han ido incorporándose a la Noche en Blanco, es posible disfrutar al comienzo de cada otoño de un sinfín de experiencias en la noche de la cultura más larga de todas. Desde 2012 hasta hoy no ha dejado de aumentar el número de visitantes, siendo 50.000 la cifra de visitas alcanzadas el año pasado.

Para nosotros es nuestra primera Noche en Blanco y casi coincide con nuestro primer año en activo en la ciudad. Por eso estamos encantados de celebrarlo participando la noche del 2 de octubre con la visita guiada “Sexo y Lujuria en Sevilla”, un tema del que siempre hemos querido hablar sin tapujos ni remilgos. Como adelanto, os ofrecemos unas pinceladas sobre una de las instituciones más conocidas, y más desconocidas a su vez, en siglos anteriores: las mancebías. Se suele decir que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, y es que hay constancia de que esta práctica estaba ya regulada en la Antigua Grecia. El primer registro que tenemos de mancebías en España es del siglo XIII. Lo cual obviamente no quiere decir que no se practicara antes, pero no se hacía de forma regularizada.

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Hay constancia de que ya en el siglo XV las mancebas tenían que pasar un control médico antes de serlo y obtener una autorización de la justicia. Además la ley establecía una serie de requisitos para poder trabajar en los burdeles. Algunos religiosos, especialmente Jesuitas, estaban en constante lucha para que cerrasen las mancebías, en conflicto constante con la sociedad, que lo consideraba un mal necesario porque repercutía en el mantenimiento del orden social, ya que era mejor que el hombre acudiera a una prostituta a que intentara seducir a una mujer honrada o caer en el adulterio, la sodomía, el incesto, el bestialismo… De ahí que las autoridades regularan la actividad y fuera tolerada por la iglesia. En Sevilla, además, la Iglesia se lucraba indirectamente de esta profesión ya que era propietaria de muchas de las casas de la Mancebía. Este era el único espacio legal para ejercer la prostitución, casi una institución. Se pretendía así confinar el oficio a un espacio acotado y normalmente alejado del centro de la ciudad aunque en Sevilla no fue el caso y se mantuvo en las proximidades del centro, en la zona portuaria del Arenal, separada del resto de la ciudad por un muro. Evidentemente, la existencia de mancebías, no evitaba que hubiera prostitución ilegal y sin ningún control en otras zonas de la ciudad ejercida por aquellas mujeres que no cumplieran los requisitos y controles establecidos, las llamadas cantoneras, mujeres de esquinas y callejones que practicaban la prostitución a precios muy bajos. Tampoco era infrecuente la presencia de mujeres que vivían de alquiler entre los vecinos, aunque sin hacer de la prostitución su único medio de vida, y queridas o mantenidas a las que se llamaban mujeres enamoradas. Y desde luego también existía la prostitución masculina, aunque en menor medida, como siempre ha sido. Desde siempre las prostitutas han sido modelos de pintores y artistas.

Como por ejemplo en esta pintura de Murillo «Mujeres en la ventana» u otra de Goya «Majas en el Balcón» cuyas protagonistas son mujeres de vida alegre.

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Las Mancebías de Sevilla y España

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.